“ "Algo para decir: muchas veces buscamos qué decir, cómo decirlo y en qué momento; pero en ocasiones, inútilmente, terminando diciendo nada. Expresando nuestros deseos, anhelos, miedos, angustias y alegrías a personas que no les interesan. Muchas de ellas solo nos reflejan lo que no queremos ver de nosotros.
Algo para decir: algunos aún creen que decir lo que sea es válido, que podemos opinar de todo y volvernos la solución a los conflictos o situaciones que se presentan. Algunos creen que lo saben todo, que tienen el conocimiento del mundo en sus manos, que ya lo han vivido todo; afirmando, ingenuamente, que la solución es una sola. A veces simplemente no sabemos callar, no sabemos escuchar porque “siempre” hay algo para decir. ¿Qué tan extraño puede resultar no decir nada? ¿Qué tan difícil puede resultar abrazar a una persona sin efectuar ningún comentario? Algo para decir cuando nos olvidamos el poder que tienen las palabras, cuando creemos que hablando y diciendo cómo tienen que ser las cosas o ,mejor dicho, cómo queremos que los demás hagan las cosas termina siendo un mero capricho; una insatisfacción con sabor amargo. Algo para decir pero a la persona equivocada, solo para quitarnos el ardor del pecho por no habérselo dicho a quien debía recibir el mensaje. Así, vamos expresando deseos muertos, deseos ocultos, archivados en una maleta lista para partir sin rumbo. Algo para decir cuando nos falta empatía para comprender, cuando juzgamos el bien y el mal desde nuestra propia perspectiva, desde nuestra propia cultura, creencias; cuando señalamos con el dedo y nos reímos de quienes viven una realidad que nosotros no comprendemos porque frente a lo desconocido actuamos con miedo, nos sentimos amenazados y alejamos todo aquello que puede “destruir” nuestra conformidad, nuestro pequeño porcentaje de conocimiento que es tan subjetivo y relativo como la vida misma. Algo para decir cuando no hay nada que decir y nuestras palabras se ahogan en el mar, se vuelven ceniza, se quedan en silencio vacías e incomprendidas; desesperadas por recibir más palabras. Algo para decir pero el miedo no nos deja decir. El miedo de perderte antes de tenerte, el miedo de perderme sin conocerme, el miedo de perdernos sin vernos a los ojos, sin reconocernos como iguales. El miedo de defenderte por considerarte inferior, el miedo de ser descubierto por considerarte superior. Las caretas que caen, que dejan a la vista que rechazamos lo diferente, que aceptamos solo lo que nos conviene, lo que nos hace sentir seguros, a salvo. Algo para decir cuando tú, tu vecino, tu amigo, tu hermano, tu pareja, tu esposo/a, tu amante, tus hijos; tu padre o tu madre; tu jefe, tus compañeros de trabajo, la iglesia, el Estado; el gobierno, los políticos, los famosos, los maestros y el mundo no está listo para escuchar. Cuando las palabras se atascan en la garganta y se prenden fuego, se queman, sufren y se expanden en el resto del cuerpo es que aún duele decir, aún estamos aprendiendo a decir, a expresar, a soltar. " ” |
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